Villa de Leyva (Diciembre 2017)

El centro

Villa de Leyva es un pueblo boyacense, ubicada a 160 km de Bogotá, y es uno de los pueblos en Colombia que mejor conservan la arquitectura colonial. De hecho, es uno de los pocos pueblos colombianos en los que su plaza central se sigue llamando la "Plaza Mayor" (a la usanza española) en vez de ser renombrada "Plaza de Bolivar". Las estrechas calles del pueblo, que aún mantienen el adoquinado original, están adornadas por los típicos balcones castellanos llenos de coloridas flores que le dan a Villa de Leyva una magia especial.

Esta visita la hice con mi hermana Connie y mis papás para celebrar la navidad del 2017 y, como es tradicional en los pueblos colombianos, las fachadas de las casas estaban iluminadas por luces navideñas. Así, con la puesta del sol iniciaba la iluminación de las casas, convirtiendo la ciudad en un pesebre de tamaño real.

Una callejuela
La plaza mayor
Connie en la Plaza Mayor
Connie y mis papás
El sol se pone
y en cambio surgen las luces del pesebre
La tricolor cobija el patio

Páramo de Iguaque

Villa de Leyva está en medio del altiplano cundiboyacense (una planicie a más de 2000 m.s.n.m.) y está rodeada por una región montañosa de la cordillera de los Andes, y en particular a unos pocos kilómetros del páramo de Iguaque. Los páramos son ecosistemas fundamentales en las regiones tropicales, pues es allí donde se encuentran los yacimientos de agua dulce que alimentan los ríos que luego bañan nuestra geografía. Por esta razón, los pueblos indígenas que habitaban esta región antes de la llegada de los conquistadores creían que el origen de la vida se encontraba en la cima del páramo de Iguaque.

Para celebrar la navidad, decidimos hacer una caminata hacia el origen de la vida. La cima del páramo, que está a más de 3200 m.s.n.m., guarda un par de lagunas de agua cristalina, una vista panorámica de todo el valle y un silencio incorruptible que sólo invita a cerrar los ojos y conectarse con la madre tierra.

Iniciamos en el bosque andino
donde la serpiente guarda los ríos
Al inicio el camino era fácil
pero la altura es inmisericorde
y teníamos que parar para recuperar el aire
y apreciar el paisaje
Aunque nada se compara
con la alegría de
llegar a la cima
Hasta la cuna de la humanidad